Por Mariano Bosch, presidente del 61° Coloquio de IDEA y cofundador y CEO de Adecoagro
La Argentina vuelve a estar en el radar internacional, donde se abren oportunidades concretas de desarrollo para nuestro país. Pero no estamos ante el mismo escenario de integración comercial global que conocimos en décadas anteriores sino ante un nuevo mundo más incierto y fragmentado.
En este contexto, las oportunidades exigen respuestas distintas. Soy optimista porque nuestras ventajas —nuestros recursos naturales y el capital humano talentoso y emprendedor—pueden potenciarse más que nunca. Para que eso suceda, necesitamos dar un salto en términos de competitividad.
Para crecer de forma sostenible es necesario avanzar hacia una mayor integración a las cadenas de valor globales. En este marco, es fundamental impulsar una modernización del Mercosur para que funcione como un verdadero catalizador del desarrollo. También debemos acelerar negociaciones bilaterales y acuerdos estratégicos como Mercosur–Unión Europea o Mercosur–EFTA. Si logramos concretarlos, podríamos pasar de tener acuerdos comerciales con países que representan el 10% del PBI mundial a cubrir cerca del 30 por ciento.
Abrirnos al mundo también requiere resolver limitaciones internas. La más urgente es reducir el llamado “costo argentino”, que es consecuencia de un sistema impositivo complejo con tributos nacionales, provinciales y municipales que se superponen, y que también incluye factores logísticos, regulatorios, de infraestructura y laborales.

El impuesto a los Ingresos Brutos, por ejemplo, tiene un efecto en cascada que encarece cada etapa del proceso productivo. Y el costo laboral no salarial, muy superior al de países vecinos, desalienta la creación de empleo formal privado.
Todo esto impacta en nuestra competitividad. La Argentina ocupa el puesto 126 sobre 190 países en el ranking de facilidad para hacer negocios del Banco Mundial. Y según la escuela de negocios IMD, estamos entre los países menos competitivos del mundo, apenas por encima de Venezuela.
Frente a este panorama, el principal desafío para el sector empresario es mejorar nuestra productividad de forma sostenida: invertir en tecnología, innovación, formación de talento, mejora de procesos y condiciones laborales que impulsen la eficiencia.
Pero también necesitamos un entorno macroeconómico previsible que nos permita proyectar a largo plazo. En ese sentido, los primeros signos de estabilización que empiezan a vislumbrarse son alentadores. El equilibrio macroeconómico es la condición mínima para cualquier agenda de competitividad.

Además de mirar el contexto, es indispensable mirar hacia dentro. Desde las propias empresas debemos asumir un rol más protagónico: comprometernos con la mejora constante, generar más valor agregado, ser más competitivos y exportar más. En definitiva, transformar a nuestras empresas en motores reales de desarrollo, capaces de generar más y mejor empleo.
También necesitamos construir una relación más estratégica y cooperativa con el sector público. Como empresarios, tenemos conocimiento y experiencia para aportar al diseño de políticas públicas. Pero hace falta una visión compartida, que permita transformar las oportunidades en resultados concretos.
Un llamado a la acción
Desde IDEA queremos impulsar ese debate. Es el compromiso que asumimos y que vamos a llevar adelante en el próximo 61° Coloquio, que tendrá lugar el 15, 16 y 17 de octubre en Mar del Plata.
Este año, elegimos el título “Juega Argentina”, una frase que representa la pasión nacional de salir a la cancha y la transformamos en un llamado a la acción para el empresariado. Este nuevo tiempo que comienza nos lleva a hacer una interpelación clara: competir, producir e innovar.
Competir, porque el mundo exige un cambio de mentalidad en el sector privado. Cooperación entre empresas, profesionalización, apertura al riesgo y expansión hacia mercados internacionales son parte del nuevo juego.
Producir, porque la productividad es nuestra responsabilidad. Invertir, mejorar procesos, generar empleo de calidad y construir redes de valor globales desde nuestras propias organizaciones.
Innovar, porque el crecimiento también requiere ideas nuevas, soluciones distintas y resiliencia frente a los desafíos. La innovación es esencial para construir futuro.
“Juega Argentina” no es solo un título. Porque la Argentina vuelve a jugar y requiere del compromiso de todos.