
Marzo, 2019 | Escrito por Lucía Pires, Responsable de Contenidos de Una Gran IDEA, Intercambio Empresarial.
El impacto de la cuarta revolución industrial en el mundo de los negocios
Con la creciente robotización de los procesos, el management se enfrenta al desafío de dar un paso adelante en materia de creatividad. El caso de Auditoría Interna y la conformación de equipos multidisciplinarios que permitan incorporar la automatización como herramienta.
La convergencia de tecnologías digitales, físicas y biológicas está transformando de manera radical la forma en la que trabajamos, vivimos y nos relacionamos. Hablar de robots integrados en sistemas ciberfísicos está lejos de ser ciencia ficción. La cuarta revolución industrial nos obliga a reinventarnos.
La evolución hacia nuevos sistemas que tiendan a automatizar totalmente los procesos y sean capaces de tomar decisiones descentralizadas genera nuevos desafíos para todas las áreas, y los referentes en materia de auditoría reflexionan al respecto. En las organizaciones más innovadoras, el cambio paradigmático está motorizado por la incorporación de herramientas que facilitan el trabajo en el terreno de lo técnico y abren un nuevo abanico de posibilidades.
La evaluación de los profesionales del sector habla del presente, pero por sobre todas las cosas, habla del futuro. A la hora de estimar un porcentaje sobre cuánto trabajo se informatiza, el índice de crecimiento sostenido es del 50% anual y la cifra alcanza al 40% de los procedimientos totales. Las proyecciones aseguran que el 30% de las tareas repetitivas van a estar automatizadas para el 2020, y que la cifra va a alcanzar el 50% en el 2030.
Los números condicionan el panorama actual. La clave está en correrse del lugar regulatorio para volcarse a la innovación, con la certeza de que la creatividad no puede ser suplantada por ningún software. Para acertar en la reconversión, la mejor estrategia es pensar cómo usar la tecnología a nuestro favor, y que la inteligencia artificial sea el furgón de cola de la inteligencia real.
Pasar del esquema de evaluar riesgos a un proyecto que aplique técnicas para sistematizar los procesos requiere incluir herramientas de distintas áreas. En algunos casos, los primeros pasos ya están dados. En este sentido, en la agenda del auditor uno de los focos está puesto en la transformación de su equipo con el ojo puesto en la diversidad.
La incorporación de colaboradores que se desempeñen en las últimas tendencias significa nuevos aliados para las revisiones. Incluso la auditoría financiera y de procesos a menudo requiere de soporte informático que posibilite el análisis sobre bases de datos cada vez más grandes. La gobernabilidad de la información en un mundo donde el volumen se duplica cada dos años es elemental tanto para uso interno como externo.
De este modo, el trabajo interdisciplinario debe ser coordinado en base al concepto de lo que tiene que incluirse en el análisis. “Lo que necesita el auditor es la creatividad para saber qué es lo que hay que buscar, porque la herramienta ya está”, evalúan desde la Red de Profesionales de Auditoría Interna de IDEA.
Sin embargo, en este contexto en el que la tecnología está modificando la forma en que las empresas llevan adelante su actividad, incorporar nuevas herramientas para el armado del programa de auditoría, la ejecución de pruebas y tests, y la documentación y reporting de las tareas con el objetivo de aumentar la eficiencia del área es sólo una de las facetas.
También nos encontramos con procesos de negocios que son robotizados para que las operaciones esencialmente repetitivas sean llevadas a cabo por un software en lugar de una persona y, ante estos cambios, surge la necesidad de innovar en la forma de auditar un proceso que se ha transformado. Además de monitorear la implementación de las mejoras comprometidas por las áreas, es importante brindar una mirada alternativa con posibles soluciones a los problemas encontrados.
En este sentido se expresó Miguel Blanco, CEO de Swiss Medical Group, al referirse a la función estratégica del área para aquellas empresas que buscan liderar su campo en materia de innovación. “El auditor siempre viene atrás del que inventa las cosas. Aparecen desarrollos con nuevas aplicaciones, nuevos riesgos, nuevos interlocutores, y tenemos que actualizar el mapa”, expuso.
Para fusionar los perfiles técnicos con los más convencionales y acelerar los proyectos con base digital, su organización decidió apostar por una metodología ágil, que se funda en el trabajo de brigadas multidisciplinarias compuestas por programadores, arquitectos de sistemas, auditores internos y de informática, QA y usuarios, que destinan 5 días a intercambiar información en un mismo espacio físico para llevar adelante una propuesta puntual.
“El área de auditoría funciona como un órgano consultor –expuso-. Tiene un rol muy importante de asistencia a la alta gerencia y a las compañías, y más en este contexto, donde uno deja de estar entre las paredes de la organización y está abierto al mundo”.
Process intelligence
Con el objetivo de profundizar en torno a las herramientas disponibles para agregar valor e incrementar la cobertura en el curso de las revisiones, la Red de Profesionales convocó a Luis Flores, Director en PWC Argentina, quien se enfocó en la oportunidad de optimizar la operación a partir de la incorporación de software específico que posibilite, por ejemplo, el traqueo de la dispersión del total de las transacciones.
En auditoría interna, tener la posibilidad de visualizar el 100 por ciento de los eventos, corroborar cuáles y por qué se salieron del proceso típico y monitorear constantemente el universo, no sólo permite mejorar los indicadores, sino que admite un cambio de perfil más profundo, relacionado con que el tiempo del profesional pasa a estar dedicado a investigar la causa que origina los datos y no a analizar los datos en sí.
De cara a un futuro cada vez más cercano, donde el auditor deberá contar con habilidades más integradas, desde la Red emitieron una serie de consejos para lograr la adopción de estas tecnologías. Entre ellos, dedicar tiempo a proyectos cortos que permitan conocer nuevas funcionalidades, pequeños pilotos con cierta estructura de proyecto; involucrar a la mayor cantidad de recursos posibles; y contratar servicios sin dejar de apuntar a la interacción de los equipos de trabajo para que el conocimiento no se pierda.
Para dar pequeños saltos cualitativos, incorporar tecnología poco a poco a los procesos es una de las mejores alternativas para ver en primera persona qué valor agregado va surgiendo durante su ejecución.

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