Académico dice que la sociedad argentina eligió que el Estado tenga un “rol importante” en la economía
El rector de la Universidad Torcuato Di Tella, Ernesto Schargrodsky, sostuvo que “la sociedad argentina ha elegido de distintas formas que el Estado desarrolle un rol importante en la economía”, y consideró que el “desafío” de los empresarios es encontrar un “balance” en la articulación entre lo público y lo privado.
“Tenemos que encontrar ese balance. La solución no va a venir de ningún extremo, ni de la producción puramente pública ni de la privada. La sociedad argentina ha elegido de distintas formas que el Estado desarrolle un rol importante en la economía y es un desafío para los empresarios encontrar ese balance”, dijo el académico. Durante la tercera jornada del 47 Coloquio de IDEA, que se desarrolla en Mar del Plata, Schargrodsky dedicó su ponencia a relatar un “experimento social espontáneo” ocurrido en la localidad bonaerense de San Francisco Solano, donde se dio una particular colaboración entre el Estado y el esfuerzo de los privados en torno a la problemática de la vivienda social.
“Cuando me propusieron hablar de la relación entre lo público y lo privado, pensé en un mercado donde fuera imprescindible esa articulación: la vivienda social.
Porque en los últimos años Argentina ha hecho muchos progresos en materia de empleo y de combate a la desigualdad, pero en el caso de la vivienda social todavía tenemos una cantidad de desafíos pendientes, con un déficit de entre 4 y 2 millones de viviendas, según distintas estimaciones. Con un 14 por ciento de la población en condiciones de vivienda irregulares”, señaló Schargrodsky.
Indicó que el problema de la falta de vivienda se traduce en una “gran conflictividad social”, que incluye tomas y ocupaciones de terrenos, por lo cual todos los especialistas “aún los economistas más ortodoxos”, coinciden que en esta área “aparece la necesidad de la intervención del Estado”, porque “la inversión privada es insuficiente.”
Pero advirtió que cuando la “solución” al problema de la vivienda es “enteramente estatal tiene también sus problemas”, porque “si hablamos de 4 o de 2 millones de viviendas tenemos un volumen de recursos públicos muy significativo” y porque hay una “preocupación por la falta de transparencia en la construcción y asignación de esas viviendas”.
Al respecto, mencionó una experiencia ocurrida en San Francisco Solano, en la que 1.800 familias ocuparon terrenos y el Estado terminó otorgando títulos de propiedad sobre los lotes, pero sólo a una parte de esa población, y con la condición de que fueran los propios habitantes los que construyeran el barrio y lo hicieran respetando el loteado, con calles y manzanas, “sin duplicar el modelo de las villas de emergencia”.
“Cuando ocurrió esto teníamos en este barrio una población totalmente homogénea, extremadamente humilde. Pero, pasado el tiempo, notamos una serie de notables diferencias entre quienes habían recibido los títulos de propiedad y quienes se habían asentado allí irregularmente”, relató Schargrodsky.
Explicó que, “más allá de la obvia diferencia en la calidad de las viviendas, había una serie de diferencias entre las familias tituladas y las no tituladas. Por ejemplo, las tituladas terminaban siendo menores que las no tituladas, redujeron su tasa de fertilidad, sobre todo con una disminución en embarazos adolescentes, y tenían mejor nutrición y mayor educación”.
En la misma línea, señaló que las familias que eran propietarias de los terrenos “creían más en que se puede tener éxito en la vida a través del esfuerzo y en que se puede confiar en los demás”, entre otros “procesos positivos en materia de inclusión social”.
“Éste es un experimento espontáneo de articulación de lo público y lo privado. El Estado dio los títulos y las familias aportaron la construcción de las viviendas. Fue más enseñar a pescar que regalar el pescado”, se explayó.
Incluso, Schargrodsky propuso impulsar una política de Estado basada en los resultados de esta experiencia: “Uno podría pensar un mecanismo que sería más económico para el Estado, y que tiene la ventaja del esfuerzo privado. Pensar que el Estado podría comprar lotes sociales en los límites urbanos, proveerlos con servicios básicos, incluyendo transporte, agua y electricidad, y que luego se vendiesen a precios subsidiados, con planes especiales. Y que, por supuesto, esto fuese complementado con esfuerzo privado de las familias”.
“Se trata de un esfuerzo público complementado con esfuerzo privado. Creo que esta solución es más justa para el resto de la sociedad. Y cuando uno ve a los jóvenes de ese barrio, ve la promesa de reducir la pobreza en algunos sectores de la Argentina”, añadió.
>> volver
El rector de la Universidad Torcuato Di Tella, Ernesto Schargrodsky, sostuvo que “la sociedad argentina ha elegido de distintas formas que el Estado desarrolle un rol importante en la economía”, y consideró que el “desafío” de los empresarios es encontrar un “balance” en la articulación entre lo público y lo privado.
“Tenemos que encontrar ese balance. La solución no va a venir de ningún extremo, ni de la producción puramente pública ni de la privada. La sociedad argentina ha elegido de distintas formas que el Estado desarrolle un rol importante en la economía y es un desafío para los empresarios encontrar ese balance”, dijo el académico. Durante la tercera jornada del 47 Coloquio de IDEA, que se desarrolla en Mar del Plata, Schargrodsky dedicó su ponencia a relatar un “experimento social espontáneo” ocurrido en la localidad bonaerense de San Francisco Solano, donde se dio una particular colaboración entre el Estado y el esfuerzo de los privados en torno a la problemática de la vivienda social.
“Cuando me propusieron hablar de la relación entre lo público y lo privado, pensé en un mercado donde fuera imprescindible esa articulación: la vivienda social.
Porque en los últimos años Argentina ha hecho muchos progresos en materia de empleo y de combate a la desigualdad, pero en el caso de la vivienda social todavía tenemos una cantidad de desafíos pendientes, con un déficit de entre 4 y 2 millones de viviendas, según distintas estimaciones. Con un 14 por ciento de la población en condiciones de vivienda irregulares”, señaló Schargrodsky.
Indicó que el problema de la falta de vivienda se traduce en una “gran conflictividad social”, que incluye tomas y ocupaciones de terrenos, por lo cual todos los especialistas “aún los economistas más ortodoxos”, coinciden que en esta área “aparece la necesidad de la intervención del Estado”, porque “la inversión privada es insuficiente.”
Pero advirtió que cuando la “solución” al problema de la vivienda es “enteramente estatal tiene también sus problemas”, porque “si hablamos de 4 o de 2 millones de viviendas tenemos un volumen de recursos públicos muy significativo” y porque hay una “preocupación por la falta de transparencia en la construcción y asignación de esas viviendas”.
Al respecto, mencionó una experiencia ocurrida en San Francisco Solano, en la que 1.800 familias ocuparon terrenos y el Estado terminó otorgando títulos de propiedad sobre los lotes, pero sólo a una parte de esa población, y con la condición de que fueran los propios habitantes los que construyeran el barrio y lo hicieran respetando el loteado, con calles y manzanas, “sin duplicar el modelo de las villas de emergencia”.
“Cuando ocurrió esto teníamos en este barrio una población totalmente homogénea, extremadamente humilde. Pero, pasado el tiempo, notamos una serie de notables diferencias entre quienes habían recibido los títulos de propiedad y quienes se habían asentado allí irregularmente”, relató Schargrodsky.
Explicó que, “más allá de la obvia diferencia en la calidad de las viviendas, había una serie de diferencias entre las familias tituladas y las no tituladas. Por ejemplo, las tituladas terminaban siendo menores que las no tituladas, redujeron su tasa de fertilidad, sobre todo con una disminución en embarazos adolescentes, y tenían mejor nutrición y mayor educación”.
En la misma línea, señaló que las familias que eran propietarias de los terrenos “creían más en que se puede tener éxito en la vida a través del esfuerzo y en que se puede confiar en los demás”, entre otros “procesos positivos en materia de inclusión social”.
“Éste es un experimento espontáneo de articulación de lo público y lo privado. El Estado dio los títulos y las familias aportaron la construcción de las viviendas. Fue más enseñar a pescar que regalar el pescado”, se explayó.
Incluso, Schargrodsky propuso impulsar una política de Estado basada en los resultados de esta experiencia: “Uno podría pensar un mecanismo que sería más económico para el Estado, y que tiene la ventaja del esfuerzo privado. Pensar que el Estado podría comprar lotes sociales en los límites urbanos, proveerlos con servicios básicos, incluyendo transporte, agua y electricidad, y que luego se vendiesen a precios subsidiados, con planes especiales. Y que, por supuesto, esto fuese complementado con esfuerzo privado de las familias”.
“Se trata de un esfuerzo público complementado con esfuerzo privado. Creo que esta solución es más justa para el resto de la sociedad. Y cuando uno ve a los jóvenes de ese barrio, ve la promesa de reducir la pobreza en algunos sectores de la Argentina”, añadió.
>> volver
